Este es el primer caso de consumo de carne y grasa de ballena en Europa que se ha documentado”, explica Jesús Jordá-Pardo, coautor del estudio, que se publica en la revista Quaternary International.
Por aquella época, conocida como Magdaleniense, la costa de Nerja era perfecta para el turismo. Hoy el litoral de esta zona de Andalucía está lleno de acantilados y pequeñas calas de arena, pero hace 14.000 años estaba hecho de largas playas de arena con dunas y bosques de pinos, “un paisaje muy parecido al que hoy hay en Doñana”, comenta Jordá-Pardo.
Mariscadas y conejo
Los restos hallados en Nerja ya evidenciaban que los humanos eran afines a la mariscada a base de cangrejos, moluscos y pescado. Tierra adentro, el menú más común era el conejo con algún interludio de cabra. El nuevo hallazgo añade un nuevo matiz de complejidad a la dieta de aquellos homínidos y fortalece la teoría de que, esporádicamente, se comían a los mamíferos marinos que encontraban varados en la playa.
En la misma cueva de Nerja se habían hallado ya vértebras quemadas de delfín y huesos de foca que así lo probaban. Los 167 crustáceos de ballena hallados ahora (la colección más amplia de este tipo de crustáceos desenterrada en un yacimiento prehistórico) prueban que los primeros comedores de ballena documentados fueron los humanos de Andalucía.
“Es un estudio muy interesante y la interpretación que hacen los autores es sensata”, opina Clive Finlayson, director del Museo de Gibraltar y experto en neandertales. Finlayson ha encontrado cerca del Peñón abundantes restos de conchas que prueban que los neandertales también explotaban los recursos marinos, pero nunca ha hallado evidencia de que comiesen ballenas. “Lo más interesante es que la especie de ballena que encontraron es típica del hemisferio sur” comenta el arqueólogo. Es posible que el avance de los hielos antárticos empujase a aquel cetáceo perdido hasta su tumba andaluza.
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