Estos días se lleva a cabo una nueva campaña de excavaciones en las Coves del Toll y las Coves Teixoneres que finaliza el viernes 16 de agosto
Este año se cumple una década de trabajos arqueológicos bajo la dirección del IPHES
Hace 10 años, en 2003, se inició un proyecto de investigación arqueológica relacionado con la Coves del Toll y las Coves Teixoneres de Moià (Bages, Barcelona). Este proyecto surgió de una pregunta muy sencilla: ¿había competencia por los recursos entre los neandertales y los grandes carnívoros, como por ejemplo los osos de las cavernas, las hienas o los leones?
"Poco a poco, la información que han proporcionado ambas cuevas ha permitido a los investigadores afrontar no sólo esta cuestión, sino también introducirnos en otros debates científicos de muy diversa índole como, por ejemplo, la evolución del comportamiento de los grupos humanos, su composición social, o la evolución del clima hace unos 40.000 años", comenta Jordi Rosell, investigador del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), profesor docente de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona y codirector de las excavaciones en el Toll y en Teixoneres junto con Florent Rivals, investigador ICREA en el mismo centro de investigación, y Ruth Blasco, ahora becaria postdoctoral Beatriu de Pinós-A de la Generalitat de Catalunya, en el Gibraltar Museum, que es colaboradora.
Precisamente, estos días, bajo su codirección se lleva a cabo una nueva excavación que finaliza el viernes 16 de agosto, con la participación de un equipo de 20 personas profesionales de diferentes disciplinas, principalmente del IPHES, y alumnado de universidades de diferentes zonas de España. Los trabajos se financian con dinero del propio instituto, del Ayuntamiento de Moià i de la Generalitat de Catalunya.
Los conflictos entre humanos y carnívoros se resolvían a favor de los primeros
"Después de esta primera década, la valoración de los trabajos efectuados es muy positiva y ha permitido dar respuesta a cinco cuestiones importantes relacionadas con los neandertales", señala Jordi Rosell. Una de ellas tiene que ver con los conflictos entre humanos y carnívoros en ese periodo, que habitualmente se resolvían a favor de los primeros.
"A partir del registro arqueológico, hemos averiguado que, normalmente, las cuevas eran ocupadas en invierno por los osos de las cavernas y en primavera por las hienas u otros carnívoros", explica. Ocasionalmente, algunos grupos de neandertales visitaban estas cavidades, rompiendo la dinámica natural de sus residentes habituales.
"Por lo visto hasta ahora, la sola presencia -prosigue Rosell- de los neandertales debía ahuyentar a estos animales, los cuales, al igual que hacen hoy en día, preferían pasar desapercibidos por los humanos. En caso contrario, podían ser cazados, como lo demuestran algunas marcas de corte observadas sobre algunos osos de las cavernas de las Coves del Toll, hace 60.000 años, y que prueban su tratamiento por parte de los neandertales".
Diversidad de las ocupaciones
En cuanto a la organización y estructuración de los campamentos de los neandertales, tradicionalmente eran muchos los que defendían su ausencia. En cambio, "la Cova de les Teixoneres sugiere el uso de áreas específicas para fines concretos", apunta Jordi Rosell.
Generalmente, todo se realizaba en torno a los hogares, los cuales se situaban en la zona exterior. Solamente en un caso se utilizó el área más interna para situar uno relacionado con el consumo de un cérvido. "La falta de estructuración observada en otros yacimientos, se debe, probablemente, a la acción posterior de carnívoros que, intentando aprovechar los despojos abandonadas por los grupos humanos, posiblemente han removido los restos", observa.
Existencia de un "territorio" neandertal
Por otra parte, los grupos humanos que visitan las Coves del Toll y las Coves Teixoneres no parecen ser autóctonos de la comarca catalana del Moianès. Las rocas que utilizan parecen proceder mayoritariamente de áreas alejadas, sobre todo de la comarca de Osona. No obstante, la reiteración en sus visitas a las cuevas sugiere la existencia de unos recorridos bien establecidos para un territorio con puestos clave o de visita obligada, como la Cova de las Teixoneres.
Una dieta cárnica variada
Una de los principales ventajas que ofrece el estudio de los grupos humanos viajeros, como es el caso de los neandertales que visitaban las Coves del Toll y las Coves Teixoneres, es la diversidad de recursos que son capaces de explotar durante sus trayectos. Esto permite visualizar con claridad el espectro de animales que ellos contemplaban como presas. "Ahora mismo, sabemos que en el Moianès los neandertales explotaban la carne de animales pequeños, como las tortugas o los conejos, y de animales muy grandes, como los rinocerontes y los uros, pasando por caballos, asnos silvestres, ciervos, corzos e incluso, jabalíes ", asegura Rosell.
Cambios climáticos acusados
Entre hace 40.000 y 70.000 años antes de ahora, que es el período más estudiado hasta la fecha por lo que se refiere a dichas cuevas, parece producirse una diversidad de ambientes importante. El paisaje habría sido dominado todo el tiempo por una significativa cobertura forestal. No obstante, se registran periodos de fríos rigurosos, durante les cuales en las cuevas aparecen animales como el rinoceronte lanudo y el mamut, y períodos más templados, con presencia de corzo o de asno silvestre. Según el mismo arqueólogo del IPHES, esto indica que los cambios climáticos ocurridos en los últimos 100.000 años fueron bastante extremos.
Nuevas incógnitas
Lejos aún de terminar la investigación, las incógnitas resueltas sirven para plantear nuevas preguntas y más objetivos de cara a futuras campañas. Una de ellas es ver qué relación había entre las diferentes modalidades de campamentos neandertales y los cambios climáticos. Es decir, saber si el clima condicionaba los modos de vida de los neandertales y su movilidad por el territorio.
El segundo reto es confirmar si existía una cacería regular del oso de las cavernas por parte de los neandertales. Por ahora, los restos recuperados de estos animales con indicios de haber sido tratadas por los humanos son escasos. "Sin embargo, futuras excavaciones -avanza Jordi Rosell- harán aumentar este número y permitirán comprobar esta hipótesis con garantías".
FUENTE: IPHES (INSTITUTO CATALÁN DE PALEOECOLOGIA HUMANA Y EVOLUCIÓN SOCIAL).