sábado, 23 de junio de 2012

UNA CERVEZA CON EL HOMBRE DEL NEOLITICO.


Un estudio documenta por primera vez los usos y costumbres de estas comunidades del Guadalteba.

La investigación de dos arqueólogas malagueñas adelanta además en unos mil años la llegada de esta etapa de la Prehistoria.


Los expertos en la materia insisten una y otra vez en su observación cada vez que un hallazgo rebasa el límite estricto de la comunidad científica y pasa a divulgarse al gran público. No somos tan diferentes a nuestros antepasados, a las comunidades que poblaron las diferentes zonas del planeta durante la Prehistoria. Ni en apariencia, por supuesto, ni en usos y costumbres, dicen. ¿Pero se imagina usted a los agricultores del neolítico comiendo pan, queso, habas, guisantes y leche y, más allá, bebiendo cerveza? Puede parecer descabellado, pero con las conclusiones del estudio que firman dos arqueólogas malagueñas, la incredulidad deja paso a la sorpresa.

Más allá de las rutinas alimentarias, los moradores de la zona cazaban todo tipo de animales, pescaban en los ríos y en el rebalaje de la playa, comían marisco y recolectaban frutas, vegetales y miel... Siete mil años después, la cosa no ha cambiado tanto. «Es cierto, somos los mismos. Los materiales son prácticamente iguales». La observación, en este caso, la aporta la arqueóloga María del Mar Espejo, que junto a su colega Lidia Cabello y al equipo de investigadores de la Red de Patrimonio Guadalteba han alumbrado dos trabajos que no solo repasan la forma de vida de estos primeros agricultores en la provincia, sino también las costumbres a la hora de enterrar a los suyos. Y también en este capítulo hay conclusiones sorprendentes.

Los hallazgos sobre la dieta y la forma de vida de nuestros antepasados son fruto de años de trabajo y, por qué no, de una feliz casualidad. Ocurrió en 2008, cuando se ejecutaban las obras del Parque Eólico de La Higuera, entre Ardales y Teba. La red de Patrimonio de Guadalteba tiene la obligación de vigilar este tipo de movimientos de tierra por si salieran a la luz hallazgos dignos de estudio. En una de estas excavaciones abrieron una pequeña zanja y a partir de ahí comenzaron a tirar del hilo. Las pruebas del Carbono 14 aportaron a los investigadores las primeras evidencias de los hábitos de alimentación de estas comunidades. Hasta el momento solo trabajaban con hipótesis, pero ahora lo hacen con certezas.

Pero hay más. Las conclusiones de este trabajo, cuyos resultados han sido ratificados tanto por el Centro Nacional de Aceleradores de Sevilla y el propio CSIC, afectan también a las fechas que hasta ahora manejaban los investigadores para hablar del comienzo del Neolítico. Los estudios en la zanja de La Higuera han determinado que esta época de la Prehistoria no comenzó hace seis mil años, tal y como estudiamos en los libros, «sino hace 7.000, de modo que hay una horquilla de aproximadamente mil años que podría alterar la Historia tal y como la conocemos», aporta Lidia Cabello. «Creíamos que el Neolítico comenzaba con el asentamiento masivo de otras comunidades de fuera, pero hemos confirmado que cuando estos llegaron ya había aquí núcleos de población», añade la arqueóloga, convencida de que una vez que se publique este trabajo saldrán a la luz nuevas investigaciones que apuntalen estas cifras.

Y si la vida en estos núcleos de población es interesante, no lo es menos la muerte y todo los ritos que la rodean. También aquí han puesto sus ojos estas dos arqueólogas malagueñas, y han llegado a la siguiente conclusión: «Los hombres del Neolítico vivían en las aldeas y las cuevas las dedicaban a los enterramientos», afirma Cabello. En este sentido, la muerte tenía un tratamiento social más allá de cuestiones religiosas y los primeros cementerios certificaban la propiedad de la tierra por parte de esa tribu.

A la espera de que ambos estudios se publiquen a nivel nacional -un trámite que se cumplimentará en breve-, la Red de Patrimonio Guadalteba es consciente de haber dado un gran paso. La paciencia, la disciplina y la lucidez para interpretar los restos son las herramientas del arqueólogo del siglo XXI en la recuperación de su pasado. Espejo da en la tecla al resumir su tarea: «Nosotros solo dejamos pistas para que el siguiente tenga de dónde tirar». Así se irá completando el puzzle.

Fuente: Diario Sur.(Sur.es)